
¿Pueden las celebraciones en la empresa, por navidad y año nuevo, pueden mantenerse compatibles con el cuidado preventivo de la empresa?
Otro año que se despide, otro año significativo para la empresa, con aciertos o desaciertos, pero lleno de lecciones aprendidas. Es momento entonces de celebrar y qué mejor que hacerlo aprovechando los agasajos de diciembre, pero ante esto, surge la duda ¿será posible que, en estas circunstancias, al festejar, se esté descuidando o promoviendo la seguridad y salud en el trabajo (SST)? Veamos.
Evocando los principales riesgos que la Ley 29783 (Ley de SST peruana) pide controlar (físico, químico, biológico, disergonómico y psicosocial), podremos identificar, al disfrutar de las celebraciones, qué riesgo estamos interviniendo directa o indirectamente de manera favorable o sobre cuáles nos estamos mostrando muy desprolijos, y es que estas fiestas, pueden, de algún modo, hacernos bajar la guardia en materia de prevención.
Si hablamos de promoción, es preciso reconocer que de por sí, alentar la integración de los compañeros con un gran o pequeño compartir, llámese brindis, almuerzo o cena navideña, es favorable para el mantenimiento de un buen clima laboral, pues, como explica Constanza Miranda, psicóloga del Departamento de Riesgos Psicosociales de la Asociación Chilena de Seguridad, “son instancias en que los compañeros de trabajo hablan de temas que no tienen que ver con el trabajo, se conocen con otras áreas con las que habitualmente no comparten, el ambiente se distiende, se fomenta el compañerismo y se rompen barreras”. Algo que, en referencia práctica hacia la SST, está sirviendo de control o minimización para los indicadores de riesgo psicosocial en la organización, dado que “un buen clima laboral es uno de los factores que ayuda al bienestar de los trabajadores, ya que puede ser un elemento protector frente a las exigencias laborales y los ritmos acelerados que pueden ocasionar estrés”, reconoce la especialista.
Por otra parte, en términos de desatención o poco cuidado, se enumeran una serie de acciones que tienden a promover la inseguridad, y todas ellas tienen un punto de partida común: la decoración. La causa de muchos incendios esta temporada se asocian a cortos circuitos y fallas detectadas en la instalación de luces navideñas. A propósito de esto, una investigación realizada por la Comisión Europea el 2009, señala que, a pesar de los controles existentes en la Unión, el 30% de las luces que se comercializan presentan riesgos graves de seguridad, pues prácticamente se venden con problemas técnicos y mucha falta de información. “La llamada de atención no es sólo para europeos, también para los ciudadanos de América Latina y cualquier otra región, porque los estándares de estos artículos eléctricos son internacionales“, señala Tania Vandenberghe, experta de una asociación que representa los intereses del consumidor europeo. Sumado a esto, la mala ubicación del material decorativo en nuestros espacios de trabajo u hogares (sobre señalizaciones de seguridad o espacios de circulación general como pasadizos o escaleras), se puede convertir en un riesgo ante cualquier emergencia, pues su obstrucción significaría un más que seguro peligro para todos los que se encuentren alrededor. ¡A tener cuidado!
Como sabemos, diciembre es una temporada de fiestas, sobran los motivos para celebrar, compartir, alegrarse, reflexionar y, como no, sobretodo, comer. Son muchos los especialistas en nutrición que coinciden en señalar que esta época de fin de año es aquella donde más cambios sufren nuestros hábitos alimenticios, se acumula más grasa corporal, la tasa de carbohidratos aumenta en nuestro menú diario, la ingesta de alcohol se descontrola y, por ende, se sube de peso. Entonces, ¿es posible dar una respuesta optimista a la pregunta planteada? Claro que sí.
La clave a la respuesta se encuentra en el equilibrio. Si de alimentos se trata, hay que encontrar el balance entre lo que ingerimos para no caer en el exceso y ser víctimas de una digestión pesada y prolongada, incluso, acompañada de náuseas, vómitos, ardor de estómago, flatulencia y/o diarrea y, de paso, registrarnos como parte de ese 25% de urgencias e ingresos hospitalarios contabilizados en Navidad, que además de estas razones, son causadas a su vez por crisis hipertensivas, diabetes descompensada, ataques de gota y diversas patologías digestivas (gastritis, reflujo gastroesofágico, pancreatitis, cólicos biliares, gastroenteritis) relacionadas también a esta desmesura. (3)
Y si de bebidas se trata, el encuadre no es muy distinto si lo que queremos es evitar una intoxicación severa. Considere que el consumo no controlado de alcohol puede provocar, en casos extremos (y poco comunes), estados de coma o experimentar paradas respiratorias por depresión funcional del sistema nervioso central. No obstante, es más habitual encontrar, por consecuencia de esta ingesta, expresiones de desinhibición social promotora de episodios de conflicto, labilidad emocional o incluso periodos de amnesia (las conocidas borradas de casete) que acompañan al periodo posterior de la intoxicación alcohólica aguda y que suelen ocasionar terribles cargos de conciencia posterior.
Si desde ya tenemos, en nuestro estado de salud, algún diagnóstico como obesidad mórbida, colesterol alto, diabetes, estreñimiento, enfermedades hepáticas o renales, hipertensión, gastritis u otros, con mayor razón aún es necesario tener un patrón nutricional orientado al cuidado de nuestra condición física.
Ya lo sabe, comer y beber no debe convertirse en un peligro, menos aún en un factor de riesgo para usted o su familia, solo se trata de prestarle algo de atención y procurar ser cuidadosos sin caer en excesos. Si lo desea, siga los sencillos consejos del chef de este recuadro y recuerde que, para hacer cultura de prevención, esta debe aplicarse primero, e idealmente, a su vida cotidiana.