
LOS PROBLEMAS DE TRABAJAR CON RUIDO
Todos nos enfrentamos a ruidos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Empezamos el día con un despertador que genera más de 80 decibelios. Después en la calle nos enfrentamos al ruido de los coches y motos, pitidos, gritos, etc; que en general suben a niveles de más de 90 decibelios.
El ruido es uno de los contaminantes más invasivos. Una exposición prolongada sin la protección adecuada puede llevar a provocar trauma acústico, una lesión en el oído interno.
El umbral de audición se sitúa por debajo de los 90 decibelios; a partir de ese nivel se encuentra el umbral tóxico y más de 120 decibelios pueden causar daños en el sistema coclear.
La exposición a ruidos superiores a los 85-90 decibelios durante varias horas al día puede provocar daños irreversibles en los oídos.
De hecho, exponerse durante más de un minuto a más de 110 decibelios puede llevar a una pérdida de audición permanente.
A 100 decibelios, los profesionales recomiendan no exponerse sin protección durante más de 15 minutos.
En el entorno laboral, un empleado de un aeropuerto soporta más de 120 decibelios cuando despegan los aviones y un trabajador que utiliza un martillo neumático se expone a 130 decibelios.
Obreros industriales, mecánicos de taller, trabajadores de la construcción, la minería y la industria en general, y conductores de vehículos son los profesionales más afectados por problemas auditivos debido a su exposición al ruido.
Además de provocar fatiga, falta de atención y estrés, puede ser causa de accidente laboral (rotura del tímpano) y de enfermedad profesional (hipoacusia o sordera laboral), según reconoce el real decreto sobre la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores contra riesgos relacionados con la exposición al ruido.
Esta normativa obliga al empresario a tomar medidas por encima de los 80 decibelios. El control frente al ruido es la mejor manera de mantener la audición.
No obstante, en 2012 (últimos datos disponibles), solo fueron declaradas 16 enfermedades profesionales por sordera, de las que 12 correspondían a empleados de la industria manufacturera.
Estas cifras demuestran que no existe relación entre el número de trabajadores expuestos a elevados niveles de ruido y el número de enfermedades profesionales declaradas, debido al tiempo que se tarda en diagnosticar la sordera y al largo proceso burocrático.
La dimensión de las consecuencias no sólo laborales sino sociales que ha alcanzado el riesgo de ensordecer por exposición al ruido, ha llevado a que se preste especial atención a la hipoacusia inducida por el ruido, más aún cuando se considera que se trata de una enfermedad profesional prevenible. No obstante, existen otras patologías invalidantes del oído, como los traumas sonoros agudos, las neuritis y cocleopatías tóxicas, las lesiones traumáticas y los barotraumas, que también son aspectos encarados por el autor de esta obra.
También abundan principios esenciales de acústica y fisiología auditiva, los que son presentados en forma actualizada, con detención en los mecanismos protectores de la cóclea ante el ruido. Ciertos temas muy particulares, como la hipoacusia inducida por la música, los acúfenos inducidos por el ruido, los efectos extra auditivos, los ultrasonidos y los infrasonidos y la rehabilitación auditiva merecen cada uno su respectivo capítulo, por demás interesante.
Los aspectos preventivos están contemplados en los Programas de Conservación de la Audición y en la Protección auditiva, mientras que los médico legales lo están en la Evaluación de la incapacidad, complementado con el análisis de la simulación. Se han agregado todos los documentos legales y normativos que guardan relación con el ruido y la audición.
Hoy ya se habla de Audiología Ocupacional, que ha nacido como una consecuencia de la dimensión que ha alcanzado el riesgo ensordecedor por exposición al ruido en la comunidad laboral, donde, cuando lamentablemente la prevención fracasa, se instala una deficiencia neurosensorial irreversible con su secuela de perturbaciones, ya no sólo en el rendimiento laboral del lesionado, sino también con consecuencias notorias en su vida social y familiar. Si bien el ruido continúa siendo sin duda el agente fundamental en la producción de daños auditivos en los trabajadores, existen otras patologías invalidantes del oído, como los traumatismos, las neuritis y cocleopatías tóxicas y los barotraumas, que también son parte de esta materia.