
Autora: Eliana Silva – MBA | Ingeniera Ambiental
Para algunos, usar una mascarilla es sencillo y vital, mientras que para otros es incómodo y no tiene sentido. “No me escuchan cuando hablo por teléfono” “No puedo respirar bien” “Estoy sano” “Es hora de almuerzo, podemos conversar”, son las excusas que escuchamos una y otra vez en los centros de trabajo.
Si esta es la actitud cuando el Supervisor está cerca, ¿qué podemos esperar cuando no hay alguien que esté verificando su correcto uso? principalmente en el transporte público, en el hogar o en cualquier reunión social.
Este comportamiento de rechazo al uso de un determinado Equipo de Protección Personal (EPP) no es algo nuevo en la Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo (GSST), por lo que se tiene que implementar diversos mecanismos, incluyendo sanciones, para asegurar el uso correcto de los EPP.
Para que el trabajador use la mascarilla, así como cualquier otro EPP, se deben cumplir las siguientes condiciones: a) Debe PODER usarla, es decir, estar disponible; b) Debe SABER usarla, es decir, estar capacitado para ello y c) Debe QUERER usarla, es decir, estar motivado. Esta última acción debe ser adecuada y suficiente de tal forma que esta conducta no esté condicionada a si alguien lo está viendo o no. Entonces, ¿qué recursos se están utilizando para fomentar positivamente el cumplimiento de esta medida?
El comportamiento humano es complejo por lo que muchas empresas, principalmente medianas y grandes, han incorporado el factor psicológico en la GSST, generalmente a través de programas de Seguridad Basada en el Comportamiento. Sin embargo, para la mayoría de micro y pequeñas empresas, este es un tema completamente nuevo, y muchas veces resulta difícil entender que detrás del no uso de la mascarilla hay un conjunto de aspectos cognitivos, sociales y psicológicos que influyen de manera sustancial en el actuar de las personas.
En ese sentido, es importante tener en cuenta lo anteriormente señalado ya que la labor del área de seguridad y salud en el trabajo no será eficiente debido a que el riesgo de infectarse de COVID-19 se materializará en cualquier momento, especialmente fuera del centro de trabajo, lo cual tendrá un impacto negativo en la gestión integral de la organización.