
Las personas que son adictas al trabajo, lo que se conoce con el término workaholic, no son más productivos ni rinden más por ello que el resto de los trabajadores, a pesar de las muchas horas que dedican a su labor profesional. Por el contrario, aquellos a los que les gusta mucho su trabajo y se involucran en éste sin llegar a obsesionarse son los que consiguen los mejores resultados.
Trabajar, cumplir objetivos personales, avanzar, obtener mejores retribuciones económicas, son metas esperables y necesarias para cualquier profesional. Sin embargo, a veces éstas se convierten en una obligación autoimpuesta y excesiva para algunas personas, volviéndose una adicción, en donde el aspecto laboral pasa a ser la prioridad en sus vidas.
La adicción al trabajo genera una serie de emociones que afectan negativamente al desarrollo del negocio y reducen las posibilidades de tener éxito. Así, los empresarios que sacrifican aspectos de su vida personal por la excesiva dedicación a su negocio tienen sentimientos de culpa y ansiedad, que repercuten negativamente sobre su rendimiento y la marcha de la empresa.
Los emprendedores que se implican en su negocio sin volverse adictos al trabajo, por el contrario, viven emociones muy positivas que, a su vez, hace que tengan más posibilidades de obtener buenos resultados a nivel empresarial.
Es de vital importancia que las personas descubran a tiempo que su vida se está desequilibrando. Si ya no les es posible solucionarlo con sus propias herramientas, la mejor alternativa es buscar ayuda en un especialista, por ejemplo, un psicólogo. Lo importante es tener claro que mayor tiempo de trabajo no significa necesariamente una mayor calidad en éste ni tampoco mejores condiciones.